"No sabemos ni el año
en que vivimos": Algunos matemáticos creen que toda la Historia de la
humanidad está mal
Si
os preguntara cuándo nació Julio César, cuando llegaron los árabes a España o
cuándo se preparó el primer plato de pasta, encontrar la respuesta sería fácil.
Tirando de Wikipedia, encontraríamos que las fechas son el
100 antes de cristo, el 711
y el 1154.
O no.
Durante
la mayor parte de la historia de la humanidad documentar lo que sucedía era un
problema de mil demonios. Y desde que empezamos a crear la cronología estándar
actual, a principios del siglo XVII, muchos expertos han defendido que las
cosas no pasaron cuando decimos que pasaron, que las fechas no cuadran. ¿Y si todo lo que sabemos sobre cuando
pasaron las cosas está rematadamente mal? ¿Y si no estamos en
el año en que creemos que estamos?
¿Cuándo pasaron las cosas que pasaron?
Los intentos de fechar eventos históricos
han existido siempre. Que nosotros sepamos existen más de 50
calendarios históricos. Cada civilización, cada cultura y, a veces, cada país
tenían calendarios distintos, con referencias históricas distintas que se
cruzan entre ellas. Incluso en la actualidad existen distintos tipos (solar,
lunar, etc...) que se desvían mucho o poco del año solar.
Por
eso, en la medida en que no tenemos un punto de referencia común, no es
sencillo cuando pasaron las cosas. Tampoco
podíamos estar seguros de qué pasó antes y qué paso después. De
hecho, el primer intento más o menos sistemático fue el trabajo de Joseph
Justus Scaliger, un filólogo francés que dibujó el primer gran esquema
cronológico de Europa y Oriente Medio de la historia.
Para
ello, se centró en determinar ciertos
puntos de referencia que parecían lo suficientemente fiables y,
tirando del hilo, fue colocando el resto de acontecimientos. Para estas
dataciones tuvieron un papel clave los eventos astronómicos. En aquella época
la astronomía estaba ya lo suficientemente desarrollada para que pudiéramos
saber qué día y a qué hora habían ocurrido los eclipses de sol, de luna y otros
fenómenos. Eso permitió a Scaliger tener una base más o menos sólida buscando
descripciones astronómicas en textos antiguos.
Scaliger
tuvo mucho éxito y la
cronología histórica actual se basa en su trabajo. Y eso que
acumuló muchos opositores. Newton, por ejemplo. Sir Isaac Newton estaba
convencido de que la civilización griega había durado trescientos años menos de lo que decía la
versión oficial.
"Scaliger se equivocaba"
La cuestión central es que,
si Scaliger se equivocó a la hora de datar los puntos de referencia, toda la
historia de la humanidad sería incorrecta. Como explica Florin
Diacu, la crítica a la cronología histórica oficial está llena de conspiranoicos, pero eso no
quiere decir que no haya investigadores interesantes.
Por
ejemplo, Nikolai Morozov
fue un científico (y revolucionario) ruso que realizó una serie de
observaciones polémicas y heterodoxas. Y casi por casualidad. En otoño de 1882,
Morozov fue encarcelado por su actividad socialista. El único libro que le
dejaron leer fue la biblia (que no había leído nunca) y se puso a hacer
cuentas.
Dicen
que no hay nada más aburrido que una cárcel rusa y debe ser verdad porque,
entre otras cosas, dató los eventos del apocalipsis en el 395. Su datación ha sido muy disputada, claro. Pero otras de sus afirmaciones siguen siendo
interesantes. Por ejemplo, se dio cuenta de que la cronología china no
cuadraba. Según sus cálculos, basados en distintos modelos astronómicos, la civilización china había surgido
mucho después de lo que creíamos.
El
testigo lo recogió Anatoly Fomenko un matemático también ruso que ha dedicado
parte de su vida a impugnar
radicalmente la cronología actual. La clave de las ideas de
Fomenko es que los eclipses que se dieron en las Guerra del Peloponeso pudieron estar mal datados. Y no un
error cualquiera: según sus cálculos, hay un error de unos mil años.
Si
hacemos caso a Fomenko, lo que consideramos historia antigua (griega, romana o
egipcia) ocurrió, en realidad, en lo que hoy denominamos Edad Media. La
cronología oficial y los cálculos de Scaliger empujaron esos eventos casi mil años hacia atrás.
Es decir, según el matemático ruso, no hay por dónde coger la historia del
mundo. ¿No es fascinante?
¿Es posible que todo esto sea cierto?
Hemos
hablado con Rodrigo Villalobos García, doctor en Prehistoria por la
Universidad de Valladolid, que nos explica que es complicado. Sobre todo, si
hablamos de todo un milenio. "A día de hoy, las técnicas de datación
absoluta (principalmente el C14 y la Termoluminiscencia) se han abaratado
mucho, hay miles de dataciones radiocarbónicas disponibles que además se
calibran mediante dendrocronología (las series de anillos arbóreos). Todo se ha afinado mucho".
En general, como nos explica
Villalobos, el uso de estas técnicas hoy por hoy es muy habitual y "confirma la cronología que puede
llamarse estándar". Es cierto que "estas técnicas sí
que modificaron, en su momento, el calendario generalmente aceptado para la
Prehistoria (por ejemplo, certificaron que los dólmenes europeos son más
antiguos que las pirámides egipcias, cuando se creía que era al revés) pero que
a día de hoy las cosas están bastante claras".
Por
otro lado, en los últimos años nuestros conocimientos de la alta edad media han
mejorado muchísimo. El monumental Framing the Early Middle Ages de Christopher Wickham da una
dimensión profunda, contrastada y muy sólida sobre lo que ocurrió en Europa y
en la costa del Mediterráneo entre el 400 y el 800, los años más oscuros y
desconocidos de la Edad Media. Con estos avances, las tesis de Fomenko pierden fuerza.
En
definitiva, los expertos admiten que la cronología histórica estándar no es
perfecta, puede mejorarse y probablemente nos depare sorpresas en el futuro.
Pero serán sorpresas menores. Los eventos bailarán, como mucho, unos años
arriba o abajo. Pero parece que los
tiempos en los que aún quedaba por descubrir toda la Historia han pasado a la
historia.
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